A medida que avanzan los juicios contra el expresidente peruano Alberto Fujimori, se hace más evidente que su ejercicio del poder no es algo extraño en Colombia.
La corrupción como medio para perpetuarse en el poder, es ahora la causa de que Fujimori esté siendo juzgado por cuarta vez, ya con condenas por la flagrante violación de derechos humanos de miles de peruanos, y ahora por la desviación de recursos para financiar su reelección, la compra de congresistas y la interceptación de los miembros de la oposición.
Fujimori, el presidente con mayor popularidad en la historia peruana tras enfrentar la guerrilla de ese país (sendero luminoso), sacrificando a miles de peruanos inocentes que murieron a manos del estado, es ahora objeto de reproche por parte de la sociedad peruana y la comunidad internacional. Como presidente, Fujimori cerró el congreso en el año de 1992 por considerar que estaban obstruyendo su ejercicio, promulgó una nueva constitución con normas a su favor, y utilizó todo tipo de maniobras ilegales para obtener su tercer mandato, además de las masacres que le fueron atribuidas.
¿Será que es mera coincidencia que Colombia ahora repita la historia de su vecino?
Pasarán muchos años para que el actual presidente colombiano sea juzgado por el atroz manejo que le ha dado al país, a pesar de ser “el mejor presidente de la historia” según dicen muchos ciudadanos, tal y como sucedió con Fujimori en Perú. No obstante, tengo la esperanza de que las nuevas generaciones le cobrarán al Uribismo todo el daño que le han hecho a Colombia, no sólo con la muerte descarnada de millones de compatriotas, sino con el debilitamiento de las instituciones democráticas, hecho que ahora nos tiene al borde del autoritarismo. La interceptación a los miembros de la oposición y a los magistrados de Corte Suprema de Justicia, la compra de congresistas para la segunda reelección, la indebida modificación de la constitución del 91 para amoldarla a sus intereses, incluida la tercera reelección, nos hace pensar que Uribe es un excelente alumno de Fujimori. Eso sin hacer referencia a los falsos positivos, fenómeno del que se habló en una entrada anterior.
La corrupción como medio para perpetuarse en el poder, es ahora la causa de que Fujimori esté siendo juzgado por cuarta vez, ya con condenas por la flagrante violación de derechos humanos de miles de peruanos, y ahora por la desviación de recursos para financiar su reelección, la compra de congresistas y la interceptación de los miembros de la oposición.
Fujimori, el presidente con mayor popularidad en la historia peruana tras enfrentar la guerrilla de ese país (sendero luminoso), sacrificando a miles de peruanos inocentes que murieron a manos del estado, es ahora objeto de reproche por parte de la sociedad peruana y la comunidad internacional. Como presidente, Fujimori cerró el congreso en el año de 1992 por considerar que estaban obstruyendo su ejercicio, promulgó una nueva constitución con normas a su favor, y utilizó todo tipo de maniobras ilegales para obtener su tercer mandato, además de las masacres que le fueron atribuidas.
¿Será que es mera coincidencia que Colombia ahora repita la historia de su vecino?
Pasarán muchos años para que el actual presidente colombiano sea juzgado por el atroz manejo que le ha dado al país, a pesar de ser “el mejor presidente de la historia” según dicen muchos ciudadanos, tal y como sucedió con Fujimori en Perú. No obstante, tengo la esperanza de que las nuevas generaciones le cobrarán al Uribismo todo el daño que le han hecho a Colombia, no sólo con la muerte descarnada de millones de compatriotas, sino con el debilitamiento de las instituciones democráticas, hecho que ahora nos tiene al borde del autoritarismo. La interceptación a los miembros de la oposición y a los magistrados de Corte Suprema de Justicia, la compra de congresistas para la segunda reelección, la indebida modificación de la constitución del 91 para amoldarla a sus intereses, incluida la tercera reelección, nos hace pensar que Uribe es un excelente alumno de Fujimori. Eso sin hacer referencia a los falsos positivos, fenómeno del que se habló en una entrada anterior.
Nada más acertado que decir que estamos “…condenados a repetir los errores de sus sucesivas décadas perdidas” (Revista El Malpensante en un artículo acerca de Latinoamérica)
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